miércoles, 8 de noviembre de 2017

HUELVA Y EL MONUMENTO A LA VIRGEN DEL ROCÍO

La Plaza del Punto necesitaba una transformación dentro del Plan de Monumentalización que se había forjado en el Ayuntamiento y se decidió elevar en la citada Plaza un Monumento que sirviera como recuerdo emocionado a la reunión en aquel punto de las dos Hermandades rocieras de Huelva, tras su regreso de Almonte y, con ello, hacer especial mención en la capital de una seña de identidad almonteña, contribuyera a embellecer el citado sitio de la ciudad.

ELABORACIÓN DEL PROYECTO
El 15 de abril de 2005 nacía la Comisión Pro-Monumento a Nuestra Señora del Rocío, presidido por una camarista de la Hermandad de Huelva. Tuvo lugar un largo camino, aunque a su vez de emocionado anhelo mariano, que finalizó el 20 de marzo de 2011 con la firma del documento de cesión a la ciudad, con el presidente de la Hermandad de Huelva, Juan Ferrer, y el primer edil del Excmo. Ayuntamiento de Huelva como protagonistas.
EL MONUMENTO
La Comisión Pro-Monumento y el Ayuntamiento depositaron su confianza en Elías Rodríguez Picón. A lo largo de seis años el maestro rociero trabajó en la consecución de un sueño artístico y a la vez religioso.
El monumento a la Virgen del Rocío es un modelo de sobriedad, de ritmo armonioso, de proporciones elegantes (la obra tiene aproximadamente 4,30 metros de altura, con 4,50 metros de fondo y 3 metros de ancho, y pesa unos 6.000 kilos) de sereno equilibrio, de armoniosas reivindicaciones etnográficas que denotan una experiencia estética extraordinaria.
Realzada en bronce patinado, el grupo escultórico representa una escena de la procesión del Lirio de las Marismas, el Lunes de Pentecostés, con la Señora llevada a hombros desde sus andas de Reina Celestial por sesenta figuras de las que brotan interiores fulgores religiosos que les dan un extraño encanto. El contemplador advierte que respiran en todas ellas un armonioso contacto espiritual que se une a la Virgen.

Al no disponer de peana y estar a su mismo nivel, al surgir repentinamente del suelo la falange rociera, el contemplador del conjunto se siente un rociero más y una extraña sugestión se apodera de él a través de la elocuente sencillez de los planos. Lo curioso y grandioso a la vez, es que el artista ha utilizado personajes reales para encarnar al numeroso grupo.
La obra también es portadora de muchos símbolos, como son las medallas de las hermandades de Nuestra Señora del Rocío de Huelva y de Emigrantes. Corona la figura un artístico palio con el que el escultor remató su magnífico conjunto escultórico.
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